jueves, 20 de mayo de 2010

Ciudad

Una fina manta de agua arropaba a la ciudad, siempre llena de extraños. Cuando una sola gota tocaba la pared de los yertos edificios, cedía a ésta un poco de vida. Así que cuando la suave lluvia acariciaba sus contornos, sacaban sus mejores galas. Los que tenían ladrillos rojos, rugían escarlatas. Los que eran blancos, lucían nacarados. E incluso los apagados y aburridos grises invitaban a la alegría cuando se humedecían.
Apoyado en una ventana de aluminio contemplo como la ciudad, llena de extraños, indiferente para los que la conocen, clama por un poco de atención. Humeante taza de café, cielo gris, ciudad viva. Mi amor en la cama.

Allí a lo lejos en el calendario

Bajó elegante, como siempre, por una escalera de mármol con balaustrada dorada. Vestido con una extensión que a pesar de su colosal tamaño, se deslizaba por el suelo de una forma tan libiana que juraría que volaba a escasos milímetros del pulido mármol.
Me miraba intensa, pero su sonrisa era vergonzosa. No había cambiado. Descendió lo más rápido que aquella máscara le permitió. Me abrazó y fue como la segunda, y como todas. Ella triunfadora, yo... digamos que solo era un jodido bohemio acabado, como ahora.

Un poema...

Dime que me quieres
engáñame si lo prefieres
pero dime que me quieres.
Pasaría toda una vida a tu lado
y vendería mi alma al diablo
si así fuera. Te extraño.

martes, 18 de mayo de 2010

Antes de ayer

Suaves ojos me acarician con su mirada. Delicadas manos recorren mi desnudo cuerpo y tras ellas, mi cuerpo se ruboriza, recuerdo ese tacto. Labios buscan los mios con desesperación, su cabello me hipnotiza, suelto y desordenado, delicado, para mí. Piel aterciopelada trata de atrapar mi y ajado y mal cortado cuero. Mi pecho, trata retener a un corazón desbocado, agitado y asustado que busca tranquilizarse atándose a, como último recurso, aun corazón pausado, que late al ritmo del que lo deben hacer los de los ángeles.
Un aroma que lo nubla todo, anula mis instintos y me someten. No lucho contra ello, por una vez, aunque atado, soy libre de ser yo mismo sin que mis deseos oscurezcan mi vista. Toma mi pelo y lo agarra fuerte mientras muerde mi cuello. Oigo que una voz suave delicada susurra algo a mi oído,queda entre ellos dos. Luego me mira, sonríe. una perezosa lluvia golpea la ventana.

Miopía

Solo era líneas rectas y algunos trazos sueltos que trataban de conformar algo. No lo entendía, ¿Era una mujer desnuda? ¿era un hombre tocando un saxofón? ¿Era humano? Metí la mano en el bolsillo interior, saqué un estuche rígido y lo abrí. Al ponerme las gafas lo comprendí todo, era un plato de sopa con fideos.

lunes, 17 de mayo de 2010

Por la tarde

Cuando decidí en aquel momento que debía hacer, era demasiado tarde, ya no estaba. Me sentía solo e intenté arreglarlo.
La vi un lluvioso catorce de enero en una transitada avenida. Sabía quien era y ella me tenía visto. Una fugaz sonrisa cautivadora hizo que mis labios reaccionaran "¿Te invito a una caña?" Ella no puso reparo y concluimos en un bar charlando de porque jamas nos habíamos decidido a hablarnos. "Te veía demasiado pija" expuse, "Te veía demasiado broncas" concluyó. Luego, un apetecible silencio en el que lo que teníamos que decir se expresaba a través de los ojos y no con los labios. Ella se sonrojó, yo, fui al baño a reflexionar. Salí decidido y ella ya había puesto sobre los hombros su abrigo de felpa negro. La tomé por la mano y, con una sonrisa en los rostros salimos sin intercambiar una sola palabra.
Ya en el ascensor, la pasión desbordó nuestra, por demás escasa, barreras de decoro. En la cama...
Despertar, verla dormir, supe entonces que no estaba solo.