jueves, 30 de agosto de 2012

Con la nieta.

"Era una mañana fría, lo recuerdo bien porque tenía esa deliciosa sensación de la manta caliente sobre mi pecho y la cama con la forma de mi cuerpo. Sonó el despertador y comencé la mañana. Ducha, afeitarme, desayuno, cepillarme los dientes, buscar las llaves y fui a la oficina. Era un viento gélido y seco, cielo azul y un sol que alto que no calentaría mis manos aunque lo rozara. Llevaba mi 3/4 de lana azul, con el cuello vuelto, nariz escondida y enrojecida. Me hubiera fumado un purillo, pero creo que lo estaba dejando, en fin, el caso, como te contaba, llegué a la cafetería de siempre y me tomé un cafelito solo, sin azúcar y con hielo "Como mi futuro" solía decir. Abrí la oficina y conecté los ordenadores. A eso de la media hora llegó mi padre con mala cara, le pregunté el motivo y no respondió. Regresé a la cafetería con él e hizo una cosa que no comprendí hasta tiempo después. Me abrazó fuerte y susurró emocionado "Mi hijo" No pensé que fuera nada serio. Me explicó después que un amigo suyo de la infancia acababa de perder a su hijo en un accidente de tráfico, ese hijo tenía la misma edad que yo. Te cuento esto, nieto, porque quiero que sepas que mi padre fue un tipo genial y porque es una historia que me encanta" Bajó su nieta de sus cansadas rodillas y está, con dos coletas rubias, unos increíbles ojos azules y los brazos en jarras dijo "pues mi papá cuenta mejor las historias que tu, abuelo" Sonrió picarona y subió de nuevo a las rodillas "Ahora cuéntame como cazaste un ciervo tu solo y tu cuchara de madera" Arrugado y feliz, sacó de entre los cojines una cuchara de boj tallada a mano y comenzó "Era invierno y la nieve me llegaba hasta las cejas en las faldas del Moncayo, había pasado la noche en una cueva que, yo mismo horadé en la nieve virgen, con esta mima cuchara. Tenía mucha hambre, llevaba por lo menos perdido un mes por allí, pero no tenía miedo aunque si mucha hambre y de pronto escuché un ruido..."

martes, 28 de agosto de 2012

Con el debido respeto.

"Te lo voy a decir como lo siento, sin palabras bonitas, florituras, ni acrobacias gramaticales. Ayer, después de que hablaras con Jhonny y le aparcaras debajo del puente, cuando te acercaste a mi y desdeñaras la copa que te ofrecí, sinceramente, me dieron ganas de meterte el 35 en la boca y apretar el gatillo solo por la curiosidad de saber que cojones tienes en la puta cabeza, si cerebro o un saco de estiércol. Eres un mierdecilla, ¿porqué no me tratas con el debido respeto? Al fin y al cabo, fui yo quien te pago la fianza, quien habló con el fiscal, para que salieras pronto de la sombra, quien te integró de nuevo, el que te ofreció trabajo después de que te trincaran. No, no me parece correcto, la verdad. Y creo saber el motivo por el que no te tomaste aquella copa conmigo. ¡Venga! esa zorra no valía la pena y todos nosotros la catamos antes y durante. Yo soy tu familia, tu padre, tu hermano como todos los que estamos aquí sentados. Me das pena la verdad. ¡Es más! no mereces ni que te sientes en esta mesa, desagradecido..." Hizo una pausa para beber un sorbo de vino "Quiero que me mires a los ojos, que nos mires a todos y por el amor de Dios, puta bola de sebo bañada en chocolate y frita en mantequilla y me pidas perdón, tomemos una copa y fumemos un puro" El silencio solo fue roto por algún carraspeo de alguien y el rascado de la silla deslizándose por el suelo. Se acercó despacio, con la cara tensa, tomó dos vasos, dos hielos y una botella. Los sirvió y lo puso en la mesa, al lado de él "Con el debido respeto, te pido perdón por lo ocurrido y espero que este día, el de tu cumpleaños, sea fantástico" Dicho esto aquel se levanto cogió la copa y se la estampó violentamente en la cara al tiempo que gritaba " ¡Gilipollas! ¡Más te vale!" 15 minutos después de que se tomaran la copa, llevaron al agonizante al hospital.