jueves, 2 de septiembre de 2010

Cuando Bea regresó

La televisión daba una serie que ni siquiera miraba. Camiseta, que fue blanca, de tirantes y una cerveza que todo el gas perdió. Pasaban cosas por su mente pero ni siquiera se molestaba en escucharla. Oscura habitación, humeante y ponzoñosa. Ya no sabía cuanto tiempo llevaba solo. Respiraba, no por querer hacerlo, no por querer vivir, por rutina y cadencia. Una perturbación en su hábitat le sacó del trance y una mueca que imitaba a la sonrisa mas sincera, surgió en su rostro. "¿Juan? estás bien?"

El puntal

Torres de cajas de pizzas vacias, restos de comida china y envoltorios de bocadillos coronaban la mesa. Del suelo, y el misterio de su color que solo será a los elegidos, los elegidos para limpiar, tenía la capacidad de absorver líquidos, atrapar zapatillas e inculso, cuenta la leyenda que narraba el padre de Pol, es capaz de crear vida. Los sofás, antiguos vestijios de comodidad y lujo, no eran más que restos de algodón sintético y cuero desgastado donde, profanados por diversas perosnas, entre ellas yo, la gente solía sentarse. Vailentes. Un poco más adentro, a la izquierda el baño. Sorprendentemente limpio. Pero sin duda, lo que se valoraba por encima de todo eran los tres electrodomésticos que allí vivían. La tele, la play y la nevera. Era increible como la nevera conseguía funcionar, era fascinante que la tele fuera en color. Pero lo mas intrigante fue que la play resistiera cuatro caidas, dos de ellas desde dos metros de altura, fines de semana en la que la el alcohol fluia por nuestras venas con más facilidad que la sangre. Pero hubo bajas, muchos juegos cayeron en el transcurso del tiempo.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

¿Una sugerecia para el título?

Bebía de su mirada de tal manera que casi se ahogaba.
Cuando ya por fin lograba atraparse en sus labios
y enjaularse en sus brazos, era incapaz de sentir crecer la hierba bajo sus pies,
de padecer el tiempo en su piel. Flotaba.
Y con el corazón besó sus labios
y con sus manos rozó su alma.

Dedicado a Lore

Pensaba que la sola idea de enamorarse,
podría matarle.
Conocía demasiado bien la soledad,
su única compañía.
Y las nubes un día se disiparon
y aquella marchó para no volver.
Sonrisa cautivadora,
mirada provocadora.
Adicta lujuria,
amor de mi ser.
Ella, era ella.
Tú.