miércoles, 30 de mayo de 2012

Poca gente sabrá a quien va dirigido.

Con paso pausado y apoyado sobre su bastón, con unos vaqueros desgastados y americana gris. Sorprende sus alpargatas rosas y su pelo, ya blanco, que combina perfectamente con su camisa de seda naranja. Tararea una canción, con esa voz grabe que retumba desde sus entrañas y sale por entre sus labios, marcados por el tiempo y el ir y venir de algún que otro purillo fino. Rompe a reír el solo, seguramente un chiste malo que no será capaz de reproducir. A su lado, pasa un chica, seguramente, le triplique la edad, ella dice "señor, creo que este pañuelo es suyo" y el con una sonrisa cautivadora de viejo galán contesta "Ay de mí, si tu me dices ven lo dejo todo. Pues si mi chica, es mío gracias" La pobre muchacha, sonríe medio enrojecida por el rubor de un piropo con tanta elegancia ejecutado por un viejo zorro que intencionadamente había dejado un pañuelo a escasos diez metros de él, al ver a aquella linda rubita de ojos azules.