jueves, 21 de enero de 2010

A mi pequeña lesbiana

Una pequeña niña rubia, de penetrantes ojos azules, irrumpe descuidada en la cocina. Se acerca a la encimera y trata de coger un pedazo de chocolate. No llega, pícara como su padre, acerca una silla, sube, y con una sonrisa triunfal come el dulce. Encuentra un botín secreto, una caja de cristal donde su madre guardaba el vicio, golosinas. Sentada graciosa en el borde de la encimera, con el cofre transparente reposando en sus rodillas, come feliz las chucherías. La puerta de casa se abre, la niña no se da cuenta, pasos pequeños y ligeros se acercan, la rubita se come un regaliz. Una voz revienta la burbuja inocente de la chiquilla, "¿Ni cinco minutos te puedo dejar sola?". Al rato, unos pesados y cortos pasos se acercan a la cocina. Él, se apoya en el quicio de la puerta, en silencio, mirando la estampa. Sus dos chicas, comiendo y riendo, sentadas en el borde de la encimera.

miércoles, 20 de enero de 2010

Lo que veo de mi, 2º

Nunca tuve intención de hacer daño a esa persona, se que esa persona lo sabe, pero le fallé demasiadas veces, y aunque ella supo perdonarme siempre, llegó el día en el que me dijo "adiós". El motivo es que, aunque me quería, yo no le dejaba. Darme DE cuenta en todo lo que la he jodido, ha sido uno de los golpes más duros que he recibido, y ha venido del ser más implacable con los fallos, yo. Espero algún día levantarme, espero algún día volver a ver tu mirada.

lunes, 18 de enero de 2010

Lo que veo de mi, 1º

Veo como aquellas personas a las que he amado, continúan caminando. Rehaciendo sus castillos con piedras del anterior destruido. Veo como se alejan de mi en un tren que no tiene retorno. Veo que cada paso que doy, es hacia atrás. Esas personas viven un presente con idea de futuro. Por contra, el aquí "bohemio acabado", exprime su juventud en un pasado siempre obsoleto. Recuerdo tonterías que me llenaban el alma como, cuando una persona y yo, utilizábamos un lenguaje, que decía dos cosas "te quiero" e "idiota". Es fascinante, me parecía una banalidad de enamorados. Mas cuando dejamos de utilizarlo, noté tal carencia en mi ser, que traté de remediar el problema, que era yo, aunque, como comprobé primero y comprendí después, ya no tenía solución.