miércoles, 3 de noviembre de 2010

Viaje...

Unos rojos atardecinos
se mezclaban imperceptibles con el inmenso azul.
Andaban nubes por el cielo,
tornando de color
dependiendo de donde estuvieran.

Carmín,
añil,
no se mezclaban,
pero no podían separarse.

Cientos de estorninos
nubeaban anocheciendo el atardecer.

Lejos,
sendando colinas,
discretas arboledas
cuchicheaban en silencio,
entre ellas.

Aquello veía y aquello veo,
en soledad,
en sonriente pose,
como al viajar en mi coche.
Como ahora mi alma al fin descansa
en aquella ladera.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Cuando llovió

El compás de la lluvia
acariciaba su pelo azabache,
como lo hacía antes.

Sonreía,
¿A la lluvia?
¿A la noche?
¿A mí?
¿A él?

Paseábamos contemplando la ciudad,
mojándonos despacio
pensando en un mañana tranquilo,
en un mañana...

No me miraba,
mi mano rozaba.
No me lo creía.

Enamorado del recuerdo
de sus manos en mi pecho,
de sus labios en mi cuello,
de su corazón.

Continuaba lloviendo,
y sus ojos cerrados
y su aliento
y su aroma.
Ella.

Me miró sin inmutarse
con ojos llenos de lágrimas.
Besar quise sus labios
rodearla con mis brazos,
volver a sentir en mi piel
como era aquella.
La que no a de volver.