Brindaba por aquella sonrisa
con los restos de su corazón.
No lo creía posible pero,
allí estaba ella,
azúlea mirada permanente.
La realidad fue dura con él.
No había nadie en el bar,
ni siquiera el camarero.
Sólo,
un vaso medio vacío de ron.
Sólo,
sus penas con su interior
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