domingo, 23 de mayo de 2010

Una estrella, la verdad.

Aquella tarde primaveral vio una estrella en el suelo. Sin dudarlo, la cogió y la lanzó todo lo alto que pudo. Aquella estrella, por la noche, brilló más que nunca, agadeciendo, anónima, al anónimo héroe que no se la guardó para sí.

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