lunes, 7 de junio de 2010

Vill

El susurro del aire al salir de entre sus labios era algo que podría haber contemplado durante toda la mañana. Desnuda, acariciada por un sábana blanca, pelo desordenado y sonrisa de un ángel perverso. Manos delicadas, una de ellas, aún entrelazada con la mía. Respiraba despacio, casi imperceptible y así movía su pecho. Me acosté a su lado, acariciando su pelo, no quise despertarle. Sus párpados se abrieron y dejaron paso a esas infinitas esmeraldas, su sonrisa, ahora angelical, risueña. "Buenos días guapo" me dijo suavemente. Irremediablemente, le besé.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

me encanta leer todo lo que escribes...no se que tiene pero me engancha a la pantalla de mi ordenador todos los dias,un beso tk!

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