miércoles, 24 de abril de 2013

2007

Pasea despacio, no necesita nada excepto un pitillo que saca de su bolsillo. Se lo posa delicado en los labios y lo enciende resguardando la llama tras su mano para que, la delicada brisa que acompaña sus pasos, no la apague. El sol se filtra por entre sus gafas de sol y el cielo azul tiene unos toques cobrizos. El río camina lento pero imponente por su cauce. La hierva recién cortada  añade notas deliciosas a la frescura de aquella mañana soleada de verano. Se apoya sobre una barandilla para mirar la ribera del río verde de la otra margen. Veo su eterna melena rubia, mecida por el viento y mi imaginación me lleva a un campo de trigo, en el que bañado por el sol las espigas mueven cadentes sus tallos. Se gira y levanta sus gafas y sus ojos azules atrapan los míos y no los dejan escapar. Acaricia mi mano, tira su cigarro y exhala la última bocanada de humo. Espera que diga algo mientras roza mi barba, "Rubia..." logro decir en un minúsculo susurro y abre más los ojos "Rubia, eres tu. No quiero nada más." Agarra mi mano fuerte y no la suelta, besa mi mejilla y una lágrima rueda por sus perfectas facciones. Separa sus labios, trata de decir algo. No dice nada, de  mí se aparta. Se marchó por siempre.

0 comentarios:

Publicar un comentario

.