martes, 12 de enero de 2010

En mi casa

Miro a la infinitud del mar. Es curioso, veo el final del océano, y no el inicio. El agua salda se entremezcla con el viento y me trae ese aroma, ese frescor indescriptible que hace volar y reflexionar. La constante batalla de la marea por arrebatar un trozo de tierra al mundo, me recuerda a dos gigantes enzarzados en una pelea sin fin. La brisa marina mece mis barbas mientras yo, sentado en una apacible mecedora blanca, leo un libro de un amigo poeta. Las horas pasan con la misma facilidad que sus versos entran en mi. El sol, hoy clemente y escondido entre algodonadas nubes, irradia con su tenue luz las rimas impresas en papel. Acompasado el romper de las olas, con el crujido de mi mecedora. Cierro el libro por un instante y me levanto para espiar, tímidamente, a ella. Está en la playa, recostada en una tumbona descansando y saludando al astro rey. Sonrío como si fuera un quinceañero que piensa con la segunda cabeza masculina. No puedo remediarlo bajo corriendo a la playa. La miro, y ella me dice "Ven idiota", me acerco y ella se levanta. La abrazo y ella me besa. Que suerte tengo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

eres buen escritor, poco e leido pero me gusta... me engancha. gracias seguire leyendote.

MaRiNa dijo...

ME ENCANTA!!!!

Publicar un comentario

.